Preikestolen - Bergen

El día amanece según los presagios de la noche anterior, medio bueno, al menos no llueve. Lo primero que hacemos es desyunar bien, por delante tenemos la ascensión a Preikestolen, 4 km de subida, 2 horas de caminata para subir, por un recorrido no tan sencillo como dicen algunas guías, con dos partes sobre todo bastante complicadas puesto que no es sendero por donde debes andar, sino piedras desprendidas. Iniciamos el recorrido alrededor de las 8:30 de la mañana y llegabas a la cima alrededor de las 11:30. Y desde luego que la caminata ha merecido la pena enormemente.

El Púlpito es una roca de 604 metros de altura. La cima del risco tiene una superficie de 25 metros cuadrados, y es prácticamente plana. Posiblemente sea uno de los peñascos más fotografiados del mundo. Una vez arriba se ve claramente la forma de la roca, prácticamente cuadrada, y con tres de sus lados cayendo sobre el fiordo. De hecho, el nombre se lo dio un excursionista que se dio cuenta que la forma es igual a la de los púlpitos de las iglesias. A los pies de El Púlpito se puede observar el fiordo Lysefjord, que con una longitud de 40 km es uno de los fiordos más espectaculares de Noruega, o al menos así nos parece a nosotros, gracias a sus paredes verticales, que se precipitan hacia el agua, en ocasiones a más de 1000 metros de altura.

Después de descansar un rato, comer algo de galletas para recuperar las fuerzas, hacer miles de fotos y sobre todo poner a prueba nuestro vértigo asomándonos al precipicio, iniciamos el descenso hacia el coche. Una vez abajo nos esperan todavía 4 horas de conducción hasta Bergen.

La noche anterior decidimos volver a Stavanger para coger un ferri que nos llevase directamente a Bergen, con la intención de ahorrarnos las 4 horas de coche. Así que nos dirigimos a Stavanger, pero en las taquillas nos aborda el primer contratiempo del viaje. Después de hacernos 1 hora de coche retrocediendo en el camino, nos dicen que este ferri no transporta coches, solamente lleva pasajeros...por lo tanto tuvimos que continuar por carretera nuestro viaje.

Tras casi 4 horas de coche, dos ferris más por el camino y otro sandwich para comer, una impresionante tormenta nos da la bienvenida a Bergen.
Lo primero que hacemos es alojarnos en el hihostel que habíamos reservado. Estaba en el centro de la ciudad, a menos de 5 minutos andando del puerto. Después de dejar las maletas en la habitación y aparcar el coche en la calle, pero en zona azul, aunque es domingo y hoy no tendremos que pagar, mañana ya veremos...
pasamos por información y turismo, para informarnos de que es lo más interesante para ver y para hacer ya que aquí estaremos dos días.

Bergen se conoce como la puerta de los fiordos, es la segunda ciudad del país, y antigua capital del mismo. Nacida en el siglo XI como centro comercia, aún conserva vestigios del pasado. Como buena ciudad nórdica, tiene en el puerto uno de sus principales atractivos. Y justo enfrente se levanta el barrio de Bryggen, un ejemplo de arquitectura en madera, y declarado patrimonio mundial.

Este barrio será nuestra primera visita a la ciudad. Entrar por el callejón junto a la casa que tiene un unicornio en la fachada, es la parte más antigua de la ciudad, posteriormente callejeamos un poco por el barrio que está justamente detrás, enfrente de la salida del tren cremallera, en la falda del monte Floyen. Un Barrio muy parecido a los de Stavanger, con calles estrechas, casas blancas de madera y suelos adoquinados. En un supermercado de este barrio aprovechamos para hacer algo de compra para cenar, la habitación tiene cocina y tenemos la intención de aprovecharla. Ya de camino hacia el alojamiento paramos para ver Mariakirken, iglesia románica del siglo XII y edificio más antiguo de Bergen.

Una vez en el hostal nos preparamos la cena, que por fin comeremos algo caliente que no sea hamburguesa o salchicha. Nos preparamos unos platos de pasta que nos saben a gloria, mientras hacemos recuento de los granos que nos ha dejado la visita al preikestolen, en mi caso, solamente en las piernas 35, y en los brazos no cuento de aburrimiento. Lo curioso es que a Nerea no le ha picado ninguno, !mamones¡