Tromso - Narvik

Hoy no tenemos incluido el desayuno, por lo que lo primero que toca hacer es cocinar. Aunque hoy hacemos un desayuno navarro y dejamos de lado el tomate y el pepino. Mientras desayunamos coincidimos nuevamente con Emanuele. Durante el desayuno aprovechamos para intercambiar algo de información sobre nuestros destinos, y enseguida nos ponemos en marcha.

Hacia la mitad del trayecto paramos en un campamento Sami. En una de las tiendas, tenían una hoguera encendida, donde estaban preparando café y una especie de cocido de reno, con patata y zanahoria. Y por supuesto no podemos irnos sin probar ambos. Fuera hace mucho frío y tanto el cocido como el café nos templan un poco el cuerpo, pero sobre todo la hoguera, aunque el olor que nos coge la ropa nos acompañará durante todo el día. El cocido estaba muy rico y el café, sin duda el mejor que he tomado hasta la fecha en Noruega, aunque eso tampoco es muy difícil de superar. De paso aprovechamos para comprar unos embutidos de renos, y algo de jamón, que probaremos al llegar a casa.

Nada más reiniciar el viaje, nos cae la tormenta de rigor, no ha habido un día en el que no nos llueva. Al menos hoy llegaremos pronto a Narvik. Por fin la tarde entera para ver la ciudad.

Alrededor de las 12 de la mañana llegamos a nuestro hihostel. Es un hihostel curioso, porque dos de las plantas del edificio son para hotel y las otras dos más el sótano son para el hihostel. El restaurante y la recepción son compartidos.

Antes de visitar la ciudad decidimos quedarnos a comer en el restaurante del hotel, ya que tienen menú del día a un precio razonable. Comemos filetes de merluza, algo secos, acompañados de verduras cocidas, y champiñones y de postre flan para mí, y chuletas de cordero, con muchísimo sabor y gelatina para Nerea.

Lo primero que hacemos nada más comer es dirigirnos a la oficina de información y turismo para que nos indiquen que debemos ver. Aquí es cuando nos empezamos a mosquear, apenas tiene nada la ciudad para ver. Y ciertamente es así, en menos de una hora nos hemos recorrido la ciudad. Y eso que nos hemos estado un rato dentro de la catedral, que era bastante bonita. Pero salvo la catedral, Narvik no tiene nada más para ver, es feo como un demonio, y muy aburrido. A las 6 de la tarde está todo cerrado y no ves gente por la calle, la poca gente que ves está en el centro comercial.

Como ya no tenemos nada más que ver y empieza a llover, nos vamos a un centro comercial para comprar nuestra cena.

Mientras nos hacemos una sopa de pescado, aprovechamos para mirar los correos y leer un poco el periódico en internet, que nuevamente es gratis. La cocina del hihostel está en el sótano del edificio y resulta ser un bunker. En Noruega muchos edificios tienen en los sótanos bunker, puesto que sufrieron muchos bombardeos en la segunda guerra mundial.

La sopa era de sobre, pero como era algo caliente y no era hamburguesa nos supo divina. Durante la sobremesa se sientan con nosotros una pareja de catalanes, que estaban haciendo el interrail, con los que estamos de charleta hasta las 11 de la noche, hora en la que decidimos dar por concluida la velada.