Alta - Tromso

Como ya es costumbre en este viaje nos ponemos pronto en marcha, pese a que hoy es uno de los días presumiblemente más relajados del viaje. Durante el trayecto hemos ido parando de vez en cuando para sacar alguna foto, de cualquier tema que nos llame la atención. Además hemos tenido un rato de sol, por primera vez en el viaje, con una luz espectacular y hemos aprovechado para hacer unas fotos.

Durante el trayecto hemos parado en un centro comercial para repostar víveres para la comida, y hemos liado unos bokatas de atún en unos bancos de madera que había en la puerta.

Hoy no hay mucho que ver por el camino, un par de pequeños fiordos, aunque con sol ganan muchos enteros, y renos. Los pueblos que vamos atravesando son muy pequeños y toda su vida se centra en torno a sus granjas. Por primera vez en el viaje, hemos llegado pronto a nuestro destino, apenas eran las cinco de la tarde. Al llegar lo primero que hacemos es pasar por información y turismo para que nos indiquen donde está nuestro hihostel, y que nos dijeran que podemos ver en el pueblo.

Nuestro alojamiento resulta ser una residencia universitaria que está un poco alejada del centro, pero en un lugar residencial muy tranquilo.

Una vez que hemos descargado todo el equipaje, nos vamos al centro del Tromso para verlo. Se trata de una ciudad universitaria y eso se nota en el ambiente callejero. Esta curiosa ciudad, llamada el París del Norte, es la más grande de la Escandinavia Polar. Nos dedicamos a callejear y en nuestro paseo visitamos Domkirke, la catedral de Tromso no es muy antigua ya que data de 1861. Es un bonito edificio de madera en el centro de la ciudad. Más tarde nos dedicamos a pasear por Prestengata, la zona peatonal de la ciudad. En esta calle se conservan unas casas de madera muy pintorescas, de diferentes colores.

Por primera vez en el viaje, y salvo en Oslo, Bergen y Stanvanger, vemos algún restaurante. Nos interesamos por la carta de uno de ellos, puesto que estamos un poco artos de sándwich. Ofertan diferentes menús, todos ellos de pescado, pero después de ver los precios decidimos que los supermercados son una buena opción para comer, por lo que de vuelta al albergue paramos en uno para comprar algo para cenar y desayunar mañana. El albergue tiene cocina y la aprovecharemos.

Nos hemos cenado un plato de arroz con tomate, que en condiciones normales estaría justito pero que hoy nos ha sabido a gloria. Mientras cocinábamos la cena, han entrado en la cocina dos italianos, y Nerea ha aprovechado la ocasión para practicar sus 4 años de estudios de este idioma, aunque yo con 4 años menos de estudios que ella, he podido hablar sin ningún tipo de problema con ellos.

Mientras cenamos, se sienta con nosotros un muchacho londinense a cenar también, estaba de vacaciones por Noruega, puesto que acababan de despedirle, y de aquí pensaba irse a Rusia a buscar trabajo, algo raro dado que en Noruega la crisis no les está afectando y tienen escasez de mano de obra, sobre todo en el sector servicios. Mientras charlábamos con él se nos unió uno de los italianos, y estuvimos de sobremesa hasta las 11 de la noche.

Luego Nerea dirá que el italiano es complicado, pero tanto Emanuele, que así se llama el italiano, como yo estuvimos hablando un buen rato y nos entendimos a la perfección. Por cierto al preguntarnos de donde éramos solo tuvimos que decirle de Pamplona, y nos sorprendió diciendo: Como Indurain...!que grande eres Emanuelle¡

Alrededor de las 11:30 cogimos el teleférico que nos subió al monte Storsteinen. Desde aquí las vistas de la ciudad eran espectaculares. Aunque nuestra intención era subir aquí para ver el sol de media noche, nos tuvimos que conformar con las vistas, porque se nubló tanto que solamente lo intuimos. Eso sí pasamos mucho frío, estaba bruttisimo el tempo.

Al bajar del monte una hora después nos fuimos a ver la catedral ártica o Ishavskatedralen. Es el edificio más característico de Tromso, pues tiene forma de cabaña blanca y que evoca una tienda sami. Y con esto decidimos dar por concluido el día.