Cabo Norte - Alta

Empezamos el día con una bonita sorpresa. Tras levantarnos temprano como todos los días nos disponemos a llevar las maletas al coche en una carretilla, que nos había dejado el dueño de la cabaña para pasar el puente de unos 100 metros. Y justo cuando nos disponemos a cruzar el puente un reno nos sorprende delante de nosotros, y sin la cámara de fotos preparada. Pero no estaba solo, se trataba de una manada de 14 ejemplares que habían venido a pastar al jardín de la casa. Hay renos de todos los colores, blanco, visón, arena...pasan de nosotros olímpicamente, lo que aprovechamos para desenfundar la cámara y hacerles un montón de fotos, casi un book entero.
Después de esta sorpresa iniciamos la ascensión de 20 kilómetros que nos llevará hasta el famoso cabo norte o fin del mundo. Pero antes paramos en la cafetería de un camping a desayunar algo. Al llegar arriba del todo tenemos que pagar una entrada para poder pasar, 430 kr!! y encima no podemos ver el centro de visitantes porque hasta las 11 de la mañana no abre, y son las 9. Cabo Norte, 71º 10´21", es un inhóspito acantilado en medio de una llanura igual de inhóspita. La verdad que llegar hasta aquí requiere un gran esfuerzo y un gran gasto y es decepcionante.

Nos hacemos las fotos de rigor en el globo terráqueo y charlamos un rato con un madrileño. El día se empieza a nublar y a ponerse frío, así que decidimos irnos puesto que ya no hay nada más que ver.

De camino hacía Alta paramos en algún asentamiento Sami, donde vemos algunos renos en cautividad y hacemos alguna compra. Y lógicamente hacemos varias fotos de las tiendas que para eso somos guiris.

Llegamos pronto a Alta, y buscamos el hihostel donde nos hospedamos hoy, para lo que tenemos
que recurrir a información y turismo, puesto que nuestro alojamiento está a 8 km del centro del pueblo. Es un albergue de montaña muy agradable y bonito, donde el café y el té son "free all the time" gratis durante todo el día, algo que sabe muy bien uno de los japoneses que allí se
alojaban. Alta es una ciudad tranquila y su punto clave para las visitas es el museo de Alta, declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco. Incluye una valiosísima colección de pinturas rupestres de entre 2000 y 6000 años de antigüedad, halladas en Hjemmeluft en el año 1973. El museo consta de una zona al aire libre donde se exponen las pinturas y otra parte cubierta donde se explican detalles de la vida en esta región. Aparte del museo Alta no tiene mayor interés.

Comemos en el restaurante del hihostel unos sándwich de sardinas y nos vamos a ver el museo de Alta. La visita a las pinturas rupestres nos lleva una hora y media, y empleamos media hora más en ver el interior del museo, donde vemos utensilios hechos de cuarzo, animales disecados, herramientas de pesca, trajes militares, herramientas de esquí, objetos de la vida cotidiana de los sami y alguna cosa más.

Estamos algo cansados, hoy el viaje ha sido cómodo pero los días empiezan a notarse, así que decidimos ir a nuestro alojamiento para cenar. Pedimos hamburguesa de Moose, reno. Como no hamburguesa, es este país no saben comer otra cosa. La carne del reno es oscura y tiene un sabor fuerte, pero está muy rica. La hamburguesa viene acompañada de patatas cocidas, de guisantes y un poco de ensalada.

Después de cenar, terminamos la jornada con un café y mirando los correos en Internet, que también es gratis. Y mientras uno de los dos navega por el ciberespacio el otro aprovecha para escribir este blog.